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miércoles, 28 de marzo de 2012

El Silencio de la Victoria


Marcos 15:12-13

Respondiendo Pilato les dijo otra vez:¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?y ellos volvieron a gritar: ¡Crucifícalo!

Si retrocediéramos el tiempo dos mil años atrás cuando Jesús el unigénito Hijo de Dios entregaba su propia vida para salvar a la humanidad, hubiéramos sido testigos de la más grande expresión de amor que jamás hombre alguno hubiera podido demostrar.

La envidia de los sacerdotes escribas y ancianos de ese entonces, la astucia de satanás que viendo la avaricia de Judas lo llevó a traicionar y entregar a su maestro, la mala decisión de Pilato por querer agradar al pueblo en vez de absolverlo, y un pueblo donde Jesús les hizo muchos milagros, fue el que determinó su muerte, más era necesario que Cristo padeciera si el pecador había de ser salvo.

En muchos lugares del mundo establecen el festejo de la llamada Semana Santa, esta es una costumbre tradicional creada por las religiones de los pueblos, para nosotros los cristianos, es una semana de reflexión donde no hay programas de celebración , ya que sostenemos que por medio del sacrificio de Jesús en la cruz del calvario entró la salvación para el ser humano, es por eso que basamos nuestra fe y creemos que al tercer día resucitó, que no está en una tumba sino sentado a la diestra de Dios Padre.


Todas las semanas son santas, en nuestro diario vivir, Dios esta en nuestras vidas, es por eso que debemos darle gracias por todo. Jesús significa Salvador, si te pones a meditar las escrituras, paso por la más vil humillación, una multitud insensible, sin piedad, incrédula, hipócrita, gritaba : ¡crucifícalo crucifícalo!, en sus ojos reflejaban un odio incontrolable, un ensañamiento a un hombre que era tratado sin ninguna compasión, unos soldados que rasgaron la piel de su espalda con cada azote que recibía, brotaba su sangre, esa sangre preciosa que era la única medicina que nos libra de la mortal enfermedad del pecado y la que nos permite la entrada a la presencia de su Padre.

Vendaron sus ojos, le abofetearon, golpearon su cabeza, lo escupían, se burlaban, una corona de espina le entretejieron y se la pusieron, y nuestro Salvador en silencio soportaba no murmuraba, desfallecía, en ese momento llevaba nuestra naturaleza pecaminosa para que fuéramos justificados. Lo clavaron tenía sed y le dieron vino mezclado con mirra en esa cruz repartieron sus vestidos y echaron suertes sobre ellos.

Juan 11:25 nos dice:

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mi aunque este muerto, vivirá.

Vemos que Jesús es la gracia manifestada, es el amor de Dios expresado, dando a su Hijo para que todo en el que el cree tenga vida eterna, hablemos de vida abundante y el un día vendrá por sus justos.

En el transcurso del tiempo el hombre ha hecho de este evento (Semana Santa) un comercio, otros hacen turismo, diversión, fiestas estrepitosas,  quizás ha perdido el verdadero significado que es recordar y conmemorar su muerte su resurrección, porque el NUESTRO CRISTO VIVE y nos salvó de nuestros pecados de modo que pudiéramos tener vida eterna.



Soportó todo en silencio y el silencio nos da la victoria. Amén...

SOMOS VENCEDORES Y MAS QUE VENCEDORES EN EL NOMBRE DE JESÚS


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